30 de noviembre por la mañana. Ya es el cumpleaños de Ali, y Liz decide llamarla, con la poca batería que tiene.
-¿Sí? -responde una voz llorosa.
-¡Felicidades, enana!
Lo que Liz no entiende es por qué su amiga rompe a llorar en seguida.
-Gracias, cielo.
-De nada pero... ¿Qué... qué pasa?
-Liz, estoy en España. Han atropellado a mi abuela y está muy grave. -solloza.
-¿Qué? A ver, a ver, lo primero, se va a poner bien, ¿vale? Seguro que de regalo de cumpleaños se pone bien.
-Está fatal. Como la pierda, no voy a saber qué hacer.
-¡Es que no la vas a perder! Te prometo que se va a poner bien.
-No prometas eso... Puede pasar cualquier cosa.
-Bueno, escúchame, que sepas que Diana y yo estamos contigo para todo, ¿eh?
-Vale. -dice con un hilo de voz.
-¿Quieres que vaya?
-No, no, quédate allí, gracias.
Un pitido interrumpe la llamada.
-Alice. No me queda batería casi. Se fuerte, ¿vale?
-Vale, gracias, te quiero.
-Te quiero enana. -susurra antes de que la llamada se corte debido a la falta de batería.
Liz guarda el móvil, aún con la boca abierta. No se lo puede creer. Baja a desayunar, es la primera en levantarse, ya que quería llamar pronto a Ali. Tenía en plan volver a dormirse, pero no puede, se ha desvelado. Coge un par de magdalenas y moja una de ellas en la leche. Está triste. Por Ali. Su Ali.
Suena 'Bad Day', de Daniel Powter en el IPod de Ali. No puede más, su abuela cada vez está peor. Se acerca a ella y le coge la mano. Se nota que le cuesta respirar, que gracias a una máquina lo hace. La mira a la cara, y sonríe levemente. Le besa la mano y le dice todo lo que le quiere. En su mente, lo único que hace es rezar para que la promesa de Liz sea verdad, y que su abuela se ponga bien. Es el único regalo que quiere para su cumpleaños.
En ese momento, un médico entra por la puerta.
-Hola. -le saluda ella bajito.
-Hola. -dice sonriente. -Buenas noticias.
El doctor le explica los pocos síntomas de su abuela y, poco a poco, Ali va sonriendo, alegrándose más que nunca.
Ya es la hora del almuerzo, y Harry decide ir a por Liz. Puede invitarla a comer a su casa. Toca a la puerta, y la abuela de Liz abre sonriente.
-Hola. Tú eres el chico que hace sonreir siempre a mi nieta, ¿no? -dice sin miedo alguno.
El jóven se pone rojo. ¿En serio es eso así?
-Eh, yo... Harry, encantado. -sonríe extendiendo la mano.
La abuela sonríe también. Le da la mano. Liz aparece por detrás y corre hacia Harry, abrazándole.
-¡Harry! ¿Qué haces aquí?
-¿Vienes a comer a mi casa?
Liz mira a su abuela, que asiente sonriendo.
-Pero no vuelvas tarde. Tienes que ayudar a tus tías con el juego de pistas para los niños.
-¿Cómo?
-Esta noche vamos a hacer una especie de fiesta con juegos, ya sabes, para que los niños no estén tan aburridos. Y en uno de los juegos los niños tienen que buscar pistas, y al final se acaban encontrando chucherías.
-Ah, ¡vale!
-Harry, ¿quieres venir tú también? Y te quedas a cenar.
-Por mí encantado.
-Pues ya está. Hasta luego, abuela.
-Adiós.
Los dos jóvenes andan hacia casa de él, donde les espera el mejor arroz al horno casero de todo Holmes Chapel.
El médico acaba de anunciar que la abuela de Ali y Lau está fuera de peligro. Y estas, junto a su madre, están junto a ella, esperando a que al final despierte. Y no tarda demasiado. Al poco tiempo, la anciana va abriendo sus débiles ojos, haciendo que los de las hermanas y su madre se inunden de lágrimas de alegría y la abracen fuertemente.
Mistletoe
miércoles, 28 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
Capítulo ocho
Liz llega a su casa con la sonrisa más grande del mundo en la cara. Va directamente a la cocina, ya que es la hora de cenar.
-¿Y esa sonrisita de enamorada? -le sonríe su abuela cuando entra por la puerta.
-¿Qué? -se pone colorada- ¿Yo?
-Se nota mucho, cariño. ¿De dónde vienes?
-De salir a dar una vuelta, no del túnel del amor. La sonrisa esta es porque me he reído, y ya está.
-Seguro... Anda, siéntate.
Liz le hace caso, y se sienta al lado de Nathan, su primo de apenas siete años, mientras su abuela le sirve un poco de arroz en su plato.
Se quita la bufanda y la cuelga en el perchero. Se mira al espejo de la entrada y ve que tiene una sonrisa en la cara. ¿La razón? Ella. Sí, Nick le ha hecho reír, pero Liz... Liz le ha hecho sentir especial. Una tarde en un pueblo comiendo pipas. Y eso no es fácil. Se quita también el abrigo y se sacude de su pelo rizado los copos de nieve. No va a cenar nada hoy, no tiene hambre. Y hablando de hambre, decide llamar a Niall, a ver qué hace.
-¡Heeeeey! -oye la voz del irlandés.
-Ey, rubio. ¿Que haces?
-Pues... Acabo de terminar de cenar, y ahora estoy con Liam. ¿Sabes qué? ¡Mañana vamos a ir a comprar cosas para decorar la casa de Navidad!
-¿En serio, Nialler? Parece que tienes cinco años.
-Pero, ¿no es genial?
Harry ríe.
-Mucho.
-¿Y tú qué haces?
-Nada... Acabo de venir de la calle... He salido con dos amigos.
-¿Quiénes?
-Cotilla... Nick y Liz.
-Eh, Liz es nombre de chica.
-¿Y qué? ¿No puedo tener amigas?
-Sí, Harry, pero a tí las amigas... Seréis amigos con derecho a roce...
-¿Qué? Oye, no me interpretes así, ¿eh?
-No, no... Y esta chica, Liz, qué, ¿es guapa?
Harold sonríe. "Más de lo que te imaginas", piensa.
-Sí.
-Ah. ¿Te gusta?
-¿Y este interrogatorio? ¿No puedo quedar con una chica sin que me bombardees a preguntas?
-No.
-Pues no lo se, porque sí, es guapa, mucho, pero es mi amiga de cuando era pequeño... Sería raro que me gustara.
-¿Por qué? No hay ningún problema en eso.
-Bueno, ya se verá...
-Te gusta. -dice riendo.
-Niall, ¿qué te pasa?
-Espera, que Liam quiere hablar contigo...
-Vale...
-¿Harry?
-Liam, ¿se puede saber qué le pasa al leprechaun?
-Que se ha bebido unas copillas de vino sin mi permiso y está tonto el pobre.
Harry suelta una pequeña carcajada.
-Pues acuéstale.
-Eso voy a hacer. Está ilusionado con la Navidad...
-Déjale. -rie de nuevo.
-Bueno, nos vamos a dormir. -dice recalcando esto último para que Niall lo oiga y se vaya haciendo la idea. -Hasta mañana Harry.
-Buenas noches.
-¡HASTA MAÑANA, HARRY! -oye decir al irlandés de fondo.
Ríe otra vez y cuelga.
Ali y Diana andan por las calles de Londres, mirando ropa, accesorios, y alguna que otra cosa de Navidad. Aún falta un mes, pero ambas adoran la Navidad, ¿por qué no disfrutarla un poquito antes? Además, Diana mira disimuladamente cosas para el cumpleaños de Alicia, ya que faltan solo dos días.
Entonces el móvil de Ali suena.
-¿Sí? -su cara cambia completamente, se vuelve pálida, y una lágrima cae por su mejilla, mientras se tapa la boca con la mano, soltando un grito ahogado.
-¿Qué pasa? -se preocupa Didi.
Al ver que Ali no reacciona, le sacude suavemente.
-¡Ali! ¿¡Qué ha pasado!?
-Mamá... Sí... Iré... A... adiós. -y cuelga.
-¿Ali? ¿Qué pasa?
La morena solo echa a llorar, y Diana la abraza fuerte. No sabe qué le pasa, pero para calmarla... Cuando se calma un poco, levanta la cabeza y mira a Diana a los ojos.
-Mi... mi abuela... La han... La han atropellado. -se le quebra la voz y rompe otra vez a llorar. Didi la abraza de nuevo.
-Seguro que está bien... Tu abuela es una superheroína, ¿vale? Se va a poner bien.
-¿Y qué pasa si no se cura? ¿Qué pasa si... la pierdo? -dice llorando aún más.
-Eso no va a pasar. ¿Vas a ir a España?
-Sí... Necesito verla, tal vez sea la última vez.
-De acuerdo. ¿Quieres que te acompañe?
-No, gracias. Disfruta de la Navidad, cielo.
Diana la abraza de nuevo, y se quedan así un rato, en un banco del centro comercial de Londres.
Liz se duerme feliz. Liz despierta feliz. Liz desayuna feliz. Liz juega con sus primos pequeños, algo poco común en ella, feliz. Liz come feliz. Y Liz sale de su casa feliz, en busca de Harry. Ha quedado de nuevo con él. Pero Nick no puede. Mejor. Los dos solos. ¿Pero qué dice? ¿Para qué quiere estar a solas con él? Vaya tontería. Llega de nuevo al parque, donde le espera ese chico de pelo rizado que quizá haya conquistado el corazón de la "dura" Liz.
Ali se duerme llorando, se despierta llorando, y se despide de Diana. Se va a España. Es muy pronto, por lo que la morena prefiere que su amiga se quede durmiendo, y va sola al aeropuerto. Está triste. No puede más. Después de esperar algunos minutos, el avión con destino a Madrid llega, y Ali se sube en él. Se sienta al lado de una mujer mayor, pero no puede evitar llorar otra vez, el caso es que esa señora le recuerda a su abuela. No puede más. Saca el IPod y elige la mejor canción para ese momento: 'Unbroken', de Demi Lovato. La canción que la ha ayudado a seguir adelante, durante mucho tiempo. Y, sin darse cuenta, se siente mucho mejor.
-¿Y esa sonrisita de enamorada? -le sonríe su abuela cuando entra por la puerta.
-¿Qué? -se pone colorada- ¿Yo?
-Se nota mucho, cariño. ¿De dónde vienes?
-De salir a dar una vuelta, no del túnel del amor. La sonrisa esta es porque me he reído, y ya está.
-Seguro... Anda, siéntate.
Liz le hace caso, y se sienta al lado de Nathan, su primo de apenas siete años, mientras su abuela le sirve un poco de arroz en su plato.
Se quita la bufanda y la cuelga en el perchero. Se mira al espejo de la entrada y ve que tiene una sonrisa en la cara. ¿La razón? Ella. Sí, Nick le ha hecho reír, pero Liz... Liz le ha hecho sentir especial. Una tarde en un pueblo comiendo pipas. Y eso no es fácil. Se quita también el abrigo y se sacude de su pelo rizado los copos de nieve. No va a cenar nada hoy, no tiene hambre. Y hablando de hambre, decide llamar a Niall, a ver qué hace.
-¡Heeeeey! -oye la voz del irlandés.
-Ey, rubio. ¿Que haces?
-Pues... Acabo de terminar de cenar, y ahora estoy con Liam. ¿Sabes qué? ¡Mañana vamos a ir a comprar cosas para decorar la casa de Navidad!
-¿En serio, Nialler? Parece que tienes cinco años.
-Pero, ¿no es genial?
Harry ríe.
-Mucho.
-¿Y tú qué haces?
-Nada... Acabo de venir de la calle... He salido con dos amigos.
-¿Quiénes?
-Cotilla... Nick y Liz.
-Eh, Liz es nombre de chica.
-¿Y qué? ¿No puedo tener amigas?
-Sí, Harry, pero a tí las amigas... Seréis amigos con derecho a roce...
-¿Qué? Oye, no me interpretes así, ¿eh?
-No, no... Y esta chica, Liz, qué, ¿es guapa?
Harold sonríe. "Más de lo que te imaginas", piensa.
-Sí.
-Ah. ¿Te gusta?
-¿Y este interrogatorio? ¿No puedo quedar con una chica sin que me bombardees a preguntas?
-No.
-Pues no lo se, porque sí, es guapa, mucho, pero es mi amiga de cuando era pequeño... Sería raro que me gustara.
-¿Por qué? No hay ningún problema en eso.
-Bueno, ya se verá...
-Te gusta. -dice riendo.
-Niall, ¿qué te pasa?
-Espera, que Liam quiere hablar contigo...
-Vale...
-¿Harry?
-Liam, ¿se puede saber qué le pasa al leprechaun?
-Que se ha bebido unas copillas de vino sin mi permiso y está tonto el pobre.
Harry suelta una pequeña carcajada.
-Pues acuéstale.
-Eso voy a hacer. Está ilusionado con la Navidad...
-Déjale. -rie de nuevo.
-Bueno, nos vamos a dormir. -dice recalcando esto último para que Niall lo oiga y se vaya haciendo la idea. -Hasta mañana Harry.
-Buenas noches.
-¡HASTA MAÑANA, HARRY! -oye decir al irlandés de fondo.
Ríe otra vez y cuelga.
Ali y Diana andan por las calles de Londres, mirando ropa, accesorios, y alguna que otra cosa de Navidad. Aún falta un mes, pero ambas adoran la Navidad, ¿por qué no disfrutarla un poquito antes? Además, Diana mira disimuladamente cosas para el cumpleaños de Alicia, ya que faltan solo dos días.
Entonces el móvil de Ali suena.
-¿Sí? -su cara cambia completamente, se vuelve pálida, y una lágrima cae por su mejilla, mientras se tapa la boca con la mano, soltando un grito ahogado.
-¿Qué pasa? -se preocupa Didi.
Al ver que Ali no reacciona, le sacude suavemente.
-¡Ali! ¿¡Qué ha pasado!?
-Mamá... Sí... Iré... A... adiós. -y cuelga.
-¿Ali? ¿Qué pasa?
La morena solo echa a llorar, y Diana la abraza fuerte. No sabe qué le pasa, pero para calmarla... Cuando se calma un poco, levanta la cabeza y mira a Diana a los ojos.
-Mi... mi abuela... La han... La han atropellado. -se le quebra la voz y rompe otra vez a llorar. Didi la abraza de nuevo.
-Seguro que está bien... Tu abuela es una superheroína, ¿vale? Se va a poner bien.
-¿Y qué pasa si no se cura? ¿Qué pasa si... la pierdo? -dice llorando aún más.
-Eso no va a pasar. ¿Vas a ir a España?
-Sí... Necesito verla, tal vez sea la última vez.
-De acuerdo. ¿Quieres que te acompañe?
-No, gracias. Disfruta de la Navidad, cielo.
Diana la abraza de nuevo, y se quedan así un rato, en un banco del centro comercial de Londres.
Liz se duerme feliz. Liz despierta feliz. Liz desayuna feliz. Liz juega con sus primos pequeños, algo poco común en ella, feliz. Liz come feliz. Y Liz sale de su casa feliz, en busca de Harry. Ha quedado de nuevo con él. Pero Nick no puede. Mejor. Los dos solos. ¿Pero qué dice? ¿Para qué quiere estar a solas con él? Vaya tontería. Llega de nuevo al parque, donde le espera ese chico de pelo rizado que quizá haya conquistado el corazón de la "dura" Liz.
Ali se duerme llorando, se despierta llorando, y se despide de Diana. Se va a España. Es muy pronto, por lo que la morena prefiere que su amiga se quede durmiendo, y va sola al aeropuerto. Está triste. No puede más. Después de esperar algunos minutos, el avión con destino a Madrid llega, y Ali se sube en él. Se sienta al lado de una mujer mayor, pero no puede evitar llorar otra vez, el caso es que esa señora le recuerda a su abuela. No puede más. Saca el IPod y elige la mejor canción para ese momento: 'Unbroken', de Demi Lovato. La canción que la ha ayudado a seguir adelante, durante mucho tiempo. Y, sin darse cuenta, se siente mucho mejor.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Capíulo siete
Las nueve de la mañana en un pequeño puebo de Cheshire. Los policías le explican todo a los señores Parker, y a la abuela de Liz.
-¡Y tú para qué sales de noche sola! ¡De no ser por Harry podría haberte pasado algo!
-¡Ya lo se, mamá! Y no lo volveré a hacer. Pero no tenía sueño, y fui a dar un paseo para despejarme, joder, no es mi culpa, yo también lo pasé mal, ¿sabes?
-Sí, hija, pero eres mayor, tienes que ser consciente de que si vas sola por un pueblo a las doce de la noche, con la gente que hay por ahí...
-Bueno, ¿queréis un café o algo? -ofrece la abuela para caldear el ambiente, ya que se está poniendo muy tenso debido a las discusiones madre-hija.
-No, gracias señora, ya hemos desayunado en comisaría. -sonríe uno de los policías. -Bueno, a lo que íbamos, la denuncia le será aplicada en breves, si pasa algo más, avísennos. Y ten cuidado por ahí, jovencita, espero que hayas aprendido la lección.
Liz asiente con exasperación.
-Muchas gracias, agente. Y sentimos las molestias.
-Es un placer, hasta luego. -dice saliendo de la casa.
La chica sube a su habitación de nuevo y, muerta de sueño, se duerme con la canción 'Stay', de Miley Cyrus en la cabeza.
Harry se despierta con los rayos del sol. Son muy débiles, pero lo suficiente grandes para llegar a los ojos del joven, que los abre inmediatamente. Se levanta de la cama y se revuelve el pelo. Mira el reloj: Las once y media de la mañana. Buena hora para levantarse. Baja las escaleras hasta llegar a la cocina, donde su pequeña familia le espera desayunando.
-Buenos días. -dice somnilento.
-Buenos días, cariño. ¿A qué hora volviste ayer?
-A la una o así, no bebí mucho.
-Bueno. -Anne termina su café y lo pone en el fregadero. -¿Qué quieres desayunar?
-Me voy a hacer un café y ya.
-Pues sí, mejor, porque no queda mucho para comer.
Coge una taza y vierte un poco de leche en ella. Seguidamente, le echa dos cucharadas de café en polvo y lo mete en el microondas. Está contento. ¿Será por haber visto a su mejor amiga de la infancia? Levaba como once años sin verla, la verdad le ha alegrado mucho. Además, está muy guapa. Pero eso no le interesa. Ha quedado con ella por la tarde, los tres amigos, como en los viejos tiempos. Termina su café y llama a Nick para quedar.
-¿Quequequequequequé? -se sorprende Ali después de escuchar toda la historia que Liz le ha contado. Lo que la pelirroja no le ha dicho es que ese mismo Harry, es Harry Styles, el chico de One Direction.
-Lo que oyes.
-Pero tía, ¡qué fuerte! ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo? ¿Tú amigo está bueno?
-Sí, estoy perfectamente. Y mi amigo... Pues la verdad está bastante guapo...
-Venga, dime cómo se llama.
-No. Luego hablamos, que no me queda casi batería.
-¡Ay, sí! Tú llámame solo para lo importante, ¿eh?
-Sí. -ríe. -Hasta luego, te quiero
-Adiós, y yo.
Liz se arregla un poco. Son las siete menos cinco de la tarde ya, y ha quedado en poco tiempo con Harry y Nick. Decide ponerse sus vaqueros de color claro y su sudadera 'Adidas' rosa, con unas zapatillas del mismo color y marca. Se pone su gorro blanco y sale por la puerta, en dirección al parque de siempre, donde han quedado. Después de esperar dos minutos, divisa a aquellos dos chavales con los que se juntaba de pequeña. Nick, el pelirrojo, va corriendo hacia ella, ya que hace más tiempo que no la ve.
-¡Niiiick!
-¡Hola!
Liz abraza a su amigo, antes de hacerlo con Harry.
-¿Qué tal? ¿Sigues viviendo aquí?
-Yo sí, este se ha ido y me ha dejado aquí... Pero tengo más amigos. Ahora están en Londres por Navidad.
-Me alegro mucho. Y bueno... ¿Qué hacemos?
-Vamos a la tienda de siempre y compramos chuches y pipas.
-Vale.
Los tres amigos van a aquella tiendecita donde iban cuando eran pequeños. Cada uno compra una enorme bolsa de chucherías, y luego una bolsa de pipas para todos.
Felices, van a dar una vuelta, los dos chicos hablando de deportes y ella, quejándose. No es la quedada perfecta, pero todo vuelve a ser como antes. Hay un momento en el que Liz se queda mirando a Harry. Ha cambiado mucho, pero sigue teniendo esa sonrisa de pillo. Y está más guapo, sí, ha crecido bien. Sabe que van a empezar otra grande amistad. Lo que no sabe, es lo grande y estrecha que se va a convertir esa 'amistad'.
-¡Y tú para qué sales de noche sola! ¡De no ser por Harry podría haberte pasado algo!
-¡Ya lo se, mamá! Y no lo volveré a hacer. Pero no tenía sueño, y fui a dar un paseo para despejarme, joder, no es mi culpa, yo también lo pasé mal, ¿sabes?
-Sí, hija, pero eres mayor, tienes que ser consciente de que si vas sola por un pueblo a las doce de la noche, con la gente que hay por ahí...
-Bueno, ¿queréis un café o algo? -ofrece la abuela para caldear el ambiente, ya que se está poniendo muy tenso debido a las discusiones madre-hija.
-No, gracias señora, ya hemos desayunado en comisaría. -sonríe uno de los policías. -Bueno, a lo que íbamos, la denuncia le será aplicada en breves, si pasa algo más, avísennos. Y ten cuidado por ahí, jovencita, espero que hayas aprendido la lección.
Liz asiente con exasperación.
-Muchas gracias, agente. Y sentimos las molestias.
-Es un placer, hasta luego. -dice saliendo de la casa.
La chica sube a su habitación de nuevo y, muerta de sueño, se duerme con la canción 'Stay', de Miley Cyrus en la cabeza.
Harry se despierta con los rayos del sol. Son muy débiles, pero lo suficiente grandes para llegar a los ojos del joven, que los abre inmediatamente. Se levanta de la cama y se revuelve el pelo. Mira el reloj: Las once y media de la mañana. Buena hora para levantarse. Baja las escaleras hasta llegar a la cocina, donde su pequeña familia le espera desayunando.
-Buenos días. -dice somnilento.
-Buenos días, cariño. ¿A qué hora volviste ayer?
-A la una o así, no bebí mucho.
-Bueno. -Anne termina su café y lo pone en el fregadero. -¿Qué quieres desayunar?
-Me voy a hacer un café y ya.
-Pues sí, mejor, porque no queda mucho para comer.
Coge una taza y vierte un poco de leche en ella. Seguidamente, le echa dos cucharadas de café en polvo y lo mete en el microondas. Está contento. ¿Será por haber visto a su mejor amiga de la infancia? Levaba como once años sin verla, la verdad le ha alegrado mucho. Además, está muy guapa. Pero eso no le interesa. Ha quedado con ella por la tarde, los tres amigos, como en los viejos tiempos. Termina su café y llama a Nick para quedar.
-¿Quequequequequequé? -se sorprende Ali después de escuchar toda la historia que Liz le ha contado. Lo que la pelirroja no le ha dicho es que ese mismo Harry, es Harry Styles, el chico de One Direction.
-Lo que oyes.
-Pero tía, ¡qué fuerte! ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo? ¿Tú amigo está bueno?
-Sí, estoy perfectamente. Y mi amigo... Pues la verdad está bastante guapo...
-Venga, dime cómo se llama.
-No. Luego hablamos, que no me queda casi batería.
-¡Ay, sí! Tú llámame solo para lo importante, ¿eh?
-Sí. -ríe. -Hasta luego, te quiero
-Adiós, y yo.
Liz se arregla un poco. Son las siete menos cinco de la tarde ya, y ha quedado en poco tiempo con Harry y Nick. Decide ponerse sus vaqueros de color claro y su sudadera 'Adidas' rosa, con unas zapatillas del mismo color y marca. Se pone su gorro blanco y sale por la puerta, en dirección al parque de siempre, donde han quedado. Después de esperar dos minutos, divisa a aquellos dos chavales con los que se juntaba de pequeña. Nick, el pelirrojo, va corriendo hacia ella, ya que hace más tiempo que no la ve.
-¡Niiiick!
-¡Hola!
Liz abraza a su amigo, antes de hacerlo con Harry.
-¿Qué tal? ¿Sigues viviendo aquí?
-Yo sí, este se ha ido y me ha dejado aquí... Pero tengo más amigos. Ahora están en Londres por Navidad.
-Me alegro mucho. Y bueno... ¿Qué hacemos?
-Vamos a la tienda de siempre y compramos chuches y pipas.
-Vale.
Los tres amigos van a aquella tiendecita donde iban cuando eran pequeños. Cada uno compra una enorme bolsa de chucherías, y luego una bolsa de pipas para todos.
Felices, van a dar una vuelta, los dos chicos hablando de deportes y ella, quejándose. No es la quedada perfecta, pero todo vuelve a ser como antes. Hay un momento en el que Liz se queda mirando a Harry. Ha cambiado mucho, pero sigue teniendo esa sonrisa de pillo. Y está más guapo, sí, ha crecido bien. Sabe que van a empezar otra grande amistad. Lo que no sabe, es lo grande y estrecha que se va a convertir esa 'amistad'.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Capítulo seis
-¡Eres tú, Lizzie! Me recuerdas, ¿verdad?
-Pu... Pues yo... No me lo esperaba... -duda un momento pero acaba sonriendo. -¡Mi rulitos! -y le da un abrazo.
Los dos están así como dos minutos.
-Bueno, y... ¿Qué tal tu vida? ¿Y tu hermano? ¿Dónde vives?
-A ver, a ver, a ver, ¡te iba a preguntar lo mismo!
Los dos ríen.
-Tú primero -dicen a coro.
-Va, yo -empieza ella. -Pues esstoy viviendo en Londres con mis padres durante este año, anteriormente he estado en Manchester. He venido esta mañana a Holmes Chapel por Navidad, aunque nos vamos antes del 25 de diciembre, así que es un poco raro... Y mi hermano está en Nueva York, ¡le han dado una beca de periodismo!
-¿En serio? ¡Mi hermana se fue el otro día a Nueva York!
-Tu hermana... Se quién es, se juntaba mucho con Mike pero... ¿Cómo se llamaba?
-Gemma. ¿Te acuerdas de ella?
-Un poco... ¿Y qué hace allí?
-Bueno... Igual es raro contarte esto pero... Su novio y ella han cortado después de cuatro años y ella necesitaba olvidarle... Entonces se ha ido a Nueva York. Verás como viene con un ligue...
Liz ríe. Se le empiezan a cerrar los ojos.
-¿Qué... Qué hora es, Harry?
-Buf... La una... Estarás muerta de sueño. Vamos, te acompaño a tu casa.
-Gracias. -sonríe.
Los dos van en silencio.
-Aquí es...
-Bueno... Si quieres ir mañana a dar un paseo comiendo pipas con Nick, estás invitada.
-¿Nick? ¿Es el pelirrojo este que iba siempre con nosotros de pequeños?
-Sí. ¿Vienes?
-Vale. -dice ella emocionada. Al parecer no se va a aburrir en esas tres semanas en Holmes Chapel.
-Tía, Diana, estate quieta ya, deja de tirarme mierda.
-No es mierda, es masa. Lo que no se es de qué coño vamos haciendo galletas a las dos de la mañana. -dice sin parar de reír, lo que le contagia la risa fuertemente a Ali.
-Hija, es que me ha entrado un antojo de galletas que no veas. ¡Venga, sigue amasando que no parece que estés interesada en ello! Tienes que tener constancia, porque es cansado pero es que si no... -a Alicia se le van cerrando los ojos.
-Ya no sabes ni lo que dices, loca. Anda, vamos a meterlas ya en el horno. -ríe la rubia.
-Pues sí, mejor.
Hacen lo dicho, y recogen todo un poco. Solo hay que fregar un par de boles y utensilios de cocina.
De repente, Alicia empieza a cantar una canción, muy bajito. Pero, como buena Directioner que es Diana, la reconoce: 'Truly, Madly, Deeply', de One Direction.
-¿Y eso que cantas ahora?
-Es que me aburro, y tengo esa canción en la cabeza desde ayer.
-Cantas bien.
-No pienso lo mismo.
-Pero...
-¡SHHH! ¡Ya huele a galletas!
Diana ríe de nuevo con la reacción de su amiga. Se asoma al horno para ver si las galletas están listas ya.
-Todavía les queda un poco.
-Jo. ¿Hacemos palomitas?
-¿Vas en serio? ¿Para qué?
-Mientras vemos cómo las galletas se acaban...
-Qué divertida película.
-¿Dónde guardas las palomitas? -dice la morena, rebuscando entre los armarios.
-No tengo.
-¡Mientes!
El pitido constante del horno, que indica que algo está hecho, para que no se pase; interrumpe a Diana.
-Ya están.
La chica rubia gira la ruedecita para que la fecha señale el 0, y abre el horno. Perfectas.
-Huele de muerte.
-Normal, somos las mejores cocineras en el mundo entero.
Ali estira la mano para coger una de las deliciosas galletas, pero Diana le pega levemente.
-¡Aún no están! Les faltan los M&M's.
-¿En serio? Quieres matarme, ¿no?
-Calla y pásamelos, están en aquel armario.
-OK. -Ali le hace caso, coge ese bote marrón de estampados coloridos, y lo abre.
-A ver, un puñadito para cada galleta.
Diana coge con cuidado unos pocos, y las pone en una galleta, y hace lo mismo con la siguiente, con ayuda de Alicia. Y así con todas, las dos amigas se pasan la noche haciendo y comiendo esas deliciosas galletas de chocolate.
-Pu... Pues yo... No me lo esperaba... -duda un momento pero acaba sonriendo. -¡Mi rulitos! -y le da un abrazo.
Los dos están así como dos minutos.
-Bueno, y... ¿Qué tal tu vida? ¿Y tu hermano? ¿Dónde vives?
-A ver, a ver, a ver, ¡te iba a preguntar lo mismo!
Los dos ríen.
-Tú primero -dicen a coro.
-Va, yo -empieza ella. -Pues esstoy viviendo en Londres con mis padres durante este año, anteriormente he estado en Manchester. He venido esta mañana a Holmes Chapel por Navidad, aunque nos vamos antes del 25 de diciembre, así que es un poco raro... Y mi hermano está en Nueva York, ¡le han dado una beca de periodismo!
-¿En serio? ¡Mi hermana se fue el otro día a Nueva York!
-Tu hermana... Se quién es, se juntaba mucho con Mike pero... ¿Cómo se llamaba?
-Gemma. ¿Te acuerdas de ella?
-Un poco... ¿Y qué hace allí?
-Bueno... Igual es raro contarte esto pero... Su novio y ella han cortado después de cuatro años y ella necesitaba olvidarle... Entonces se ha ido a Nueva York. Verás como viene con un ligue...
Liz ríe. Se le empiezan a cerrar los ojos.
-¿Qué... Qué hora es, Harry?
-Buf... La una... Estarás muerta de sueño. Vamos, te acompaño a tu casa.
-Gracias. -sonríe.
Los dos van en silencio.
-Aquí es...
-Bueno... Si quieres ir mañana a dar un paseo comiendo pipas con Nick, estás invitada.
-¿Nick? ¿Es el pelirrojo este que iba siempre con nosotros de pequeños?
-Sí. ¿Vienes?
-Vale. -dice ella emocionada. Al parecer no se va a aburrir en esas tres semanas en Holmes Chapel.
-Tía, Diana, estate quieta ya, deja de tirarme mierda.
-No es mierda, es masa. Lo que no se es de qué coño vamos haciendo galletas a las dos de la mañana. -dice sin parar de reír, lo que le contagia la risa fuertemente a Ali.
-Hija, es que me ha entrado un antojo de galletas que no veas. ¡Venga, sigue amasando que no parece que estés interesada en ello! Tienes que tener constancia, porque es cansado pero es que si no... -a Alicia se le van cerrando los ojos.
-Ya no sabes ni lo que dices, loca. Anda, vamos a meterlas ya en el horno. -ríe la rubia.
-Pues sí, mejor.
Hacen lo dicho, y recogen todo un poco. Solo hay que fregar un par de boles y utensilios de cocina.
De repente, Alicia empieza a cantar una canción, muy bajito. Pero, como buena Directioner que es Diana, la reconoce: 'Truly, Madly, Deeply', de One Direction.
-¿Y eso que cantas ahora?
-Es que me aburro, y tengo esa canción en la cabeza desde ayer.
-Cantas bien.
-No pienso lo mismo.
-Pero...
-¡SHHH! ¡Ya huele a galletas!
Diana ríe de nuevo con la reacción de su amiga. Se asoma al horno para ver si las galletas están listas ya.
-Todavía les queda un poco.
-Jo. ¿Hacemos palomitas?
-¿Vas en serio? ¿Para qué?
-Mientras vemos cómo las galletas se acaban...
-Qué divertida película.
-¿Dónde guardas las palomitas? -dice la morena, rebuscando entre los armarios.
-No tengo.
-¡Mientes!
El pitido constante del horno, que indica que algo está hecho, para que no se pase; interrumpe a Diana.
-Ya están.
La chica rubia gira la ruedecita para que la fecha señale el 0, y abre el horno. Perfectas.
-Huele de muerte.
-Normal, somos las mejores cocineras en el mundo entero.
Ali estira la mano para coger una de las deliciosas galletas, pero Diana le pega levemente.
-¡Aún no están! Les faltan los M&M's.
-¿En serio? Quieres matarme, ¿no?
-Calla y pásamelos, están en aquel armario.
-OK. -Ali le hace caso, coge ese bote marrón de estampados coloridos, y lo abre.
-A ver, un puñadito para cada galleta.
Diana coge con cuidado unos pocos, y las pone en una galleta, y hace lo mismo con la siguiente, con ayuda de Alicia. Y así con todas, las dos amigas se pasan la noche haciendo y comiendo esas deliciosas galletas de chocolate.
jueves, 15 de noviembre de 2012
Capítulo cinco
-Elije, ¿por las buenas o por las malas?
-¡Que me dejes en paz!
-¡Ay! ¿Por las malas? Vaya... Qué mala suerte, preciosa.
-¡Tú! Gilipollas, ya la has oído, suelta a la chica. -oye una voz. Es un chico de unos dieciocho o diecinueve años, pero no consigue verle bien la cara.
-Claro, ¿por un niñato como tú?
El chico se acerca al hombre borracho y le da un puñetazo de lleno en la cara. Liz se levanta, tiene miedo. El hombre le devuelve el golpe, y empiezan a darse puñetazos. Liz corriendo llama a la policía. El chico cae al suelo, y Liz se siente culpable. Aprovecha el mal estado del hombre para darle un rodillazo en la entrepierna con todas sus fuerzas. El tipo suelta un grito de dolor y se cae al suelo. Liz se agacha frente al chico y le ayuda a levantarse.
-Ey... ¡Ey! ¿Estás bien?
-Yo... Eh...
Se oye la sirena de la policía, poco después se llevan al borracho, y un par de policías se quedan allí.
-Supongo que querrán poner una denuncia, ¿no? -dice uno de ellos.
El chico de antes reacciona, no sabe qué pasa exactamente.
-Mejor vamos a un sitio con luz... -susurra Liz.
Los cuatro van a la pequeña comisaría de policía que hay cerca. Y se sientan.
-¿Sois pareja? -es lo primero que pregunta un policía.
Los dos niegan inmediatamente.
-¿Hermanos?
-No nos conocemos de nada. -dice ella.
El chico no para de observarla con curiosidad.
-Bueno... ¿nombres?
-Yo soy Elizabeth Parker, y él no lo se.
-Yo me llamo Harry.
-¿Harry qué más?
-Styles.
-¡Ah! Tú eres hijo de Anne Cox, ¿verdad?
-Eh... Sí.
-¿Estás borracho?
-No. Solo un poco mareado. He bebido algo, pero tengo aguante y no llego a esta borracho, de verdad.
-¿Eres mayor de edad?
-Dieciocho años, casi diecinueve.
-Vale. Ahora tú, Elizabeth. ¿Qué hacías sola por el pueblo?
-He salido a dar un paseo para despejarme, no podía dormir. He ido a un bar, me he intentado ir en seguida, pero entonces ha venido el hombre ese y...
Liz se agobia. Solo el recuerdo le viene a la mente y pone cara de asco.
-Tranquila. ¿Ha pasado algo?
-No. Solo lo ha intentado, pero ha venido... Ha... ¿Cómo te llamabas?
-Harry. -dice el chico, sin parar de mirarla.
-Gracias. Ha venido Harry y bueno, se han pegado.
-¿Estás aquí con tus padres?
-Sí, pero están durmiendo.
-Bueno, te acompañaremos a tu casa y mañana a primera hora estaremos allí para informarles, ¿de acuerdo?
-Sí.
Liz les da la dirección de su casa.
-¿Puedo acompañarla yo? -dice Harry, para la sorpresa de ella.
-Sí, mejor, gracias. -dice un policía.
Los dos salen en silencio en dirección a casa de Liz. Ha pasado algo muy extraño.
-Oye... Yo quería decirte... Gracias. -dice ella tímida.
-¿Eh? No es nada, mujer.
-Pero me has salvado de una gorda.
-Ya, pero no me costaba nada.
-¿Seguro que no te duele nada?
-Sí. Oye, te lo voy a decir sin más rodeos, me suenas mucho. ¿Vives aquí?
-Viví de pequeña hasta los cinco años, ahora vivo en Londres. El caso es que tú me suenas también.
-Supongo que te sonaré por la banda One Direction, ¿no?
-¡Sí! Mis amigas son muy fans, ayer me enseñaron una foto vuestra y uno eras tú. Aun así me suenas de algo más.
-Yo también viví aquí hasta hace unos años. Tal vez nos conozcamos de antes.
-No creo, yo era muy pequeña cuando me fui...
-Tú... ¿No tendrás un hermano llamado Mike?
Liz se queda en blanco. ¿Cómo sabe eso?
-Pu... Pues sí... Pero no... No entiendo...
Harry sonríe.
-¡Lizzie!
Mil recuerdos vienen a su mente. Solo alguien la llama así. Recuerda sus cinco años, jugando en el parque, solo tenía dos amigos, mas su hermano y una chica mayor que ella. Liz solía juntarse con un chico dos años mayor que ella. Era el Rulitos, mote inventado por ella. Se cogieron mucho cariño. Una lágrima cae por su mejilla.
-¿Rulitos?
-¡Que me dejes en paz!
-¡Ay! ¿Por las malas? Vaya... Qué mala suerte, preciosa.
-¡Tú! Gilipollas, ya la has oído, suelta a la chica. -oye una voz. Es un chico de unos dieciocho o diecinueve años, pero no consigue verle bien la cara.
-Claro, ¿por un niñato como tú?
El chico se acerca al hombre borracho y le da un puñetazo de lleno en la cara. Liz se levanta, tiene miedo. El hombre le devuelve el golpe, y empiezan a darse puñetazos. Liz corriendo llama a la policía. El chico cae al suelo, y Liz se siente culpable. Aprovecha el mal estado del hombre para darle un rodillazo en la entrepierna con todas sus fuerzas. El tipo suelta un grito de dolor y se cae al suelo. Liz se agacha frente al chico y le ayuda a levantarse.
-Ey... ¡Ey! ¿Estás bien?
-Yo... Eh...
Se oye la sirena de la policía, poco después se llevan al borracho, y un par de policías se quedan allí.
-Supongo que querrán poner una denuncia, ¿no? -dice uno de ellos.
El chico de antes reacciona, no sabe qué pasa exactamente.
-Mejor vamos a un sitio con luz... -susurra Liz.
Los cuatro van a la pequeña comisaría de policía que hay cerca. Y se sientan.
-¿Sois pareja? -es lo primero que pregunta un policía.
Los dos niegan inmediatamente.
-¿Hermanos?
-No nos conocemos de nada. -dice ella.
El chico no para de observarla con curiosidad.
-Bueno... ¿nombres?
-Yo soy Elizabeth Parker, y él no lo se.
-Yo me llamo Harry.
-¿Harry qué más?
-Styles.
-¡Ah! Tú eres hijo de Anne Cox, ¿verdad?
-Eh... Sí.
-¿Estás borracho?
-No. Solo un poco mareado. He bebido algo, pero tengo aguante y no llego a esta borracho, de verdad.
-¿Eres mayor de edad?
-Dieciocho años, casi diecinueve.
-Vale. Ahora tú, Elizabeth. ¿Qué hacías sola por el pueblo?
-He salido a dar un paseo para despejarme, no podía dormir. He ido a un bar, me he intentado ir en seguida, pero entonces ha venido el hombre ese y...
Liz se agobia. Solo el recuerdo le viene a la mente y pone cara de asco.
-Tranquila. ¿Ha pasado algo?
-No. Solo lo ha intentado, pero ha venido... Ha... ¿Cómo te llamabas?
-Harry. -dice el chico, sin parar de mirarla.
-Gracias. Ha venido Harry y bueno, se han pegado.
-¿Estás aquí con tus padres?
-Sí, pero están durmiendo.
-Bueno, te acompañaremos a tu casa y mañana a primera hora estaremos allí para informarles, ¿de acuerdo?
-Sí.
Liz les da la dirección de su casa.
-¿Puedo acompañarla yo? -dice Harry, para la sorpresa de ella.
-Sí, mejor, gracias. -dice un policía.
Los dos salen en silencio en dirección a casa de Liz. Ha pasado algo muy extraño.
-Oye... Yo quería decirte... Gracias. -dice ella tímida.
-¿Eh? No es nada, mujer.
-Pero me has salvado de una gorda.
-Ya, pero no me costaba nada.
-¿Seguro que no te duele nada?
-Sí. Oye, te lo voy a decir sin más rodeos, me suenas mucho. ¿Vives aquí?
-Viví de pequeña hasta los cinco años, ahora vivo en Londres. El caso es que tú me suenas también.
-Supongo que te sonaré por la banda One Direction, ¿no?
-¡Sí! Mis amigas son muy fans, ayer me enseñaron una foto vuestra y uno eras tú. Aun así me suenas de algo más.
-Yo también viví aquí hasta hace unos años. Tal vez nos conozcamos de antes.
-No creo, yo era muy pequeña cuando me fui...
-Tú... ¿No tendrás un hermano llamado Mike?
Liz se queda en blanco. ¿Cómo sabe eso?
-Pu... Pues sí... Pero no... No entiendo...
Harry sonríe.
-¡Lizzie!
Mil recuerdos vienen a su mente. Solo alguien la llama así. Recuerda sus cinco años, jugando en el parque, solo tenía dos amigos, mas su hermano y una chica mayor que ella. Liz solía juntarse con un chico dos años mayor que ella. Era el Rulitos, mote inventado por ella. Se cogieron mucho cariño. Una lágrima cae por su mejilla.
-¿Rulitos?
Capítulo cuatro
27 de noviembre. Liz está en el asiento de atrás del coche, yendo junto a sus padres a aquella ciudad en la que vivió durante sus primeros cinco años. Por una parte, le emociona saber que va a volver a su sitio de antes, y tal vez vea a uno de sus amigos. Pero por otra, le jode lo que ha pasado con Ali y Diana. Las ha dejado allí en Londres, y ella está yendo a Cheshire.Por eso, lleva un día sin hablarse apenas con su madre. Entonces, divisa una pequeña casa azul entre el campo, seguida de otras varias, hasta formar un grupo muy grande. Es Cheshire: Su hogar. Una lágrima resbala por su mejilla al pasar por ese parque en el que ha estado tantas veces. Miles de recuerdos llegan a su cabeza. Su madre aparca el coche en una acera cerca de aquel parque, cerca de su casa. Liz baja del coche, coge su maleta y, sin esperar a sus padres llama a la puerta, que está abierta. De fondo oye ruidos de gente, parecen niños, muchos niños. Es el sonido del ambiente familiar, hacía años que no lo oye. Sonríe y empuja la puerta. Ve su hogar. Sus primos, sus infinitos primos pequeños. Y su abuela, que enseguida va a recibir a Liz con los brazos abiertos.
-¡Hola, abuela!
-¡Cariño! ¡Pero si ya eres una señorita! Si que has crecido...
-Normal, hace cinco años que no te veo.
-Eso es verdad. ¿Dónde están tus papás?
-Fuera, sacando el equipaje... ¿Dónde duermo yo?
-En tu habitación.
-¿La de siempre?
-La de siempre.
Después de saludar a sus primos y tíos, coge la maleta y sube al piso de arriba. Hay muchas puertas, pero una le llama la atención. Sonríe al ver unas letritas rosas en la puerta, formando "LIZA". Eso es, su habitación. Nada más abrir la puerta, miles de recuerdos pasan por su mente. Se acerca a su cama. Es pequeña, pero bonita. Todos sus dibujos enmarcados colgados en las paredes, todas esas muñecas y juguetes, todos esos disfraces de princesa, todas esas películas de Disney... Su cara se inunda de lágrimas. Coge su iPod y lo enciende mientras se coloca los auriculares. Le da a aleatorio, le apetece escuchar cualquier canción. Suena 'Grenade', de Bruno Mars, otro de sus ídolos. Se tumba en la cama, aspirando el olor a suavizante de su abuela que desprende la almohada. Huele a casa. Por fin en casa.
"A cenaaaaaar", oye Liz desde la cocina. Se despierta, y mira la hora, son las ocho y media ¿Se ha dormido todo ese tiempo? ¿Tres horas? Esa noche no va a dormir nada... Se levanta, se peina un poco el pelo con las manos, y baja a cenar.
-Ya era hora, te has quedado dormidita. -ríe la abuela.
-¿Por qué no me habéis despertado?
-Porque se te veía muy agusto. Toma, cógete una hamburguesa y prepáratela como quieras.
-No tengo hambre...
-¡Cómo que no! ¡Si no has merendado! Anda, cena algo, hija.
-Me tomaré una pieza de fruta...
-¿Cómo vas a comer una fruta en todo el día? Venga, yo te preparo un sandwich o algo...
-Que no, abuela, de verdad, que estoy bien, no quiero nada, gracias. -dice sacando una manzana de la nevera y lavándola.
-Bueno, no te voy a obligar...
Liz se come la manzana tranquilamente en un sillón, mientras ve a todos sus primos jugando. Decide llamar a Ali, a ver qué se cuenta.
-¿Diga?
-¡Alice! Soy yo.
-¿Me vas a llamar Alice siempre? -ríe.
-¿No te gusta?
-Mejor que enana... Bueno, ¿qué tal por allí?
-Muy bien, esto está lleno de críos...
-¡Me encantan los niños! ¿Son tus primos?
-Sí, hija, sí... Tengo millones.
-Yo también tengo muchísimos. Pero yo los adoro.
-Y yo, y yo. Pero es que casi todos viven aquí o en Manchester y los veo muy pocas veces.
Alicia ríe.
-Pues aquí estamos Diana y yo viendo una peli... En tres días es mi cumple, ¿sabes? -comenta Alicia entusiasmada.
-Ya, pero no voy a poder estar contigo... Ya te regalaré algo.
-Bueno... Me basta con que me llames.
-No, tonta. Bueno, te cuelgo, que se me gasta la batería del móvil.
-Pues ponlo a cargar.
-Soy tan gilipollas que no me he traído el cargador.
-¡Muy bien, Elizabeth!
-Ya... Intentaré ahorrar. -sonríe.
-Bueno cariño, hasta luego, no me llames mucho que se te va la batería... Besitos, ¡adiós!
-Besos, enana. -y cuelga antes de que Ali se pueda quejar.
Vale. Son las doce de la noche y todos en esa casa están durmiendo. Todos, menos Liz. No tiene nada de sueño. Se levanta, se pone unas zapatillas y una chaqueta-jersey de punto y baja silenciosamente las escaleras. Sale a la calle, va a tomar el aire un poco. Empieza a andar por esas calles silenciosas. Oye ruidos de gente, como una fiesta, y no puede evitar ir. Es un bar. Entra, y ve a una pandilla, son todo chicos. Prefiere salir de ahí, parecen borrachos. Pero alguien la coje por el brazo. Es un hombre, unos cuarenta años le echa.
-Eh, preciosa, ¿tan pronto te vas?
Ya le ha pasado eso más veces. Le ignora y se va del bar.
-¿No me contestas? -vuelve a molestarla el hombre, acercándose a ella. Apesta a alcohol.
-Déjame en paz.
-Eh, eh, preciosa, bája esos humitos.
Respira hondo y se suelta del hombre. Intenta irse a su casa, pero el borracho la persigue. Llega a un callejón más oscuro aún. "Mierda", piensa. El hombre se acerca a Liz, y ella tropieza al suelo. Maldice por lo bajo aquella piedra.
-¿Ahora qué, eh? ¿Eres tan valiente?
Liz pone una mueca de asco, y del agobio empieza a llorar.
-¿Por qué lloras? ¡No te voy a hacer nada, preciosa!
-Me das asco. -no puede evitar decir, pero muy bajito, intentando que aquel tipo no la oiga. En vano.
-¿¡Cómo has dicho!?
-Nada.
-Te he oído, zorra. Yo que tú no iría de chulita por ahí, o vas a acabar mal, ¿me entiendes?
Liz no reponde. El hombre ríe levemente y se desabrocha el pantalón. No puede ser. La pelirroja le mira de nuevo con cara de asco, e intenta levantarse e irse corriendo de allí, pero el hombre la empuja de nuevo al suelo.
-¡Hola, abuela!
-¡Cariño! ¡Pero si ya eres una señorita! Si que has crecido...
-Normal, hace cinco años que no te veo.
-Eso es verdad. ¿Dónde están tus papás?
-Fuera, sacando el equipaje... ¿Dónde duermo yo?
-En tu habitación.
-¿La de siempre?
-La de siempre.
Después de saludar a sus primos y tíos, coge la maleta y sube al piso de arriba. Hay muchas puertas, pero una le llama la atención. Sonríe al ver unas letritas rosas en la puerta, formando "LIZA". Eso es, su habitación. Nada más abrir la puerta, miles de recuerdos pasan por su mente. Se acerca a su cama. Es pequeña, pero bonita. Todos sus dibujos enmarcados colgados en las paredes, todas esas muñecas y juguetes, todos esos disfraces de princesa, todas esas películas de Disney... Su cara se inunda de lágrimas. Coge su iPod y lo enciende mientras se coloca los auriculares. Le da a aleatorio, le apetece escuchar cualquier canción. Suena 'Grenade', de Bruno Mars, otro de sus ídolos. Se tumba en la cama, aspirando el olor a suavizante de su abuela que desprende la almohada. Huele a casa. Por fin en casa.
"A cenaaaaaar", oye Liz desde la cocina. Se despierta, y mira la hora, son las ocho y media ¿Se ha dormido todo ese tiempo? ¿Tres horas? Esa noche no va a dormir nada... Se levanta, se peina un poco el pelo con las manos, y baja a cenar.
-Ya era hora, te has quedado dormidita. -ríe la abuela.
-¿Por qué no me habéis despertado?
-Porque se te veía muy agusto. Toma, cógete una hamburguesa y prepáratela como quieras.
-No tengo hambre...
-¡Cómo que no! ¡Si no has merendado! Anda, cena algo, hija.
-Me tomaré una pieza de fruta...
-¿Cómo vas a comer una fruta en todo el día? Venga, yo te preparo un sandwich o algo...
-Que no, abuela, de verdad, que estoy bien, no quiero nada, gracias. -dice sacando una manzana de la nevera y lavándola.
-Bueno, no te voy a obligar...
Liz se come la manzana tranquilamente en un sillón, mientras ve a todos sus primos jugando. Decide llamar a Ali, a ver qué se cuenta.
-¿Diga?
-¡Alice! Soy yo.
-¿Me vas a llamar Alice siempre? -ríe.
-¿No te gusta?
-Mejor que enana... Bueno, ¿qué tal por allí?
-Muy bien, esto está lleno de críos...
-¡Me encantan los niños! ¿Son tus primos?
-Sí, hija, sí... Tengo millones.
-Yo también tengo muchísimos. Pero yo los adoro.
-Y yo, y yo. Pero es que casi todos viven aquí o en Manchester y los veo muy pocas veces.
Alicia ríe.
-Pues aquí estamos Diana y yo viendo una peli... En tres días es mi cumple, ¿sabes? -comenta Alicia entusiasmada.
-Ya, pero no voy a poder estar contigo... Ya te regalaré algo.
-Bueno... Me basta con que me llames.
-No, tonta. Bueno, te cuelgo, que se me gasta la batería del móvil.
-Pues ponlo a cargar.
-Soy tan gilipollas que no me he traído el cargador.
-¡Muy bien, Elizabeth!
-Ya... Intentaré ahorrar. -sonríe.
-Bueno cariño, hasta luego, no me llames mucho que se te va la batería... Besitos, ¡adiós!
-Besos, enana. -y cuelga antes de que Ali se pueda quejar.
Vale. Son las doce de la noche y todos en esa casa están durmiendo. Todos, menos Liz. No tiene nada de sueño. Se levanta, se pone unas zapatillas y una chaqueta-jersey de punto y baja silenciosamente las escaleras. Sale a la calle, va a tomar el aire un poco. Empieza a andar por esas calles silenciosas. Oye ruidos de gente, como una fiesta, y no puede evitar ir. Es un bar. Entra, y ve a una pandilla, son todo chicos. Prefiere salir de ahí, parecen borrachos. Pero alguien la coje por el brazo. Es un hombre, unos cuarenta años le echa.
-Eh, preciosa, ¿tan pronto te vas?
Ya le ha pasado eso más veces. Le ignora y se va del bar.
-¿No me contestas? -vuelve a molestarla el hombre, acercándose a ella. Apesta a alcohol.
-Déjame en paz.
-Eh, eh, preciosa, bája esos humitos.
Respira hondo y se suelta del hombre. Intenta irse a su casa, pero el borracho la persigue. Llega a un callejón más oscuro aún. "Mierda", piensa. El hombre se acerca a Liz, y ella tropieza al suelo. Maldice por lo bajo aquella piedra.
-¿Ahora qué, eh? ¿Eres tan valiente?
Liz pone una mueca de asco, y del agobio empieza a llorar.
-¿Por qué lloras? ¡No te voy a hacer nada, preciosa!
-Me das asco. -no puede evitar decir, pero muy bajito, intentando que aquel tipo no la oiga. En vano.
-¿¡Cómo has dicho!?
-Nada.
-Te he oído, zorra. Yo que tú no iría de chulita por ahí, o vas a acabar mal, ¿me entiendes?
Liz no reponde. El hombre ríe levemente y se desabrocha el pantalón. No puede ser. La pelirroja le mira de nuevo con cara de asco, e intenta levantarse e irse corriendo de allí, pero el hombre la empuja de nuevo al suelo.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Capítulo tres
Las tres van hacia la parada de metro, es la misma para las dos
direcciones. Liz y Ali se despiden de Diana y van hacia casa de la
primera, apresuradas. Su madre abre la puerta.
-¡Hola, cariño! Vaya, ¿y esta chica?
-Mamá, es Alicia, te he hablado de ella más veces, lo que pasa es que no me escuchas.
-¿Sí? Bueno, pasad.
-Gracias. -sonríe tímida la morena.
Las chicas pasan y se sientan en el sillón.
-Bueno, Alicia, ¿cómo es que tienes acento y nombre españoles?
-Soy española. En realidad estoy aquí de viaje.
-Ah, ¿y dónde te quedas?
Alicia mira a Liz sorprendida y la última mira a su madre más sorprendida aún.
-¡Mamá! ¡Te he dicho que se iba a quedar aquí dos meses!
-¿Qué? No, tú eso a mí no me lo has dicho.
-¿¡Cómo que no!? ¡Nunca me escuchas!
-¡No me grites!
-¡No grites tú!
-Yo no estaba gritando. A ver, Alicia, cielo, eh... Madre mía, ¿y ahora qué hacemos?
-Quedarnos aquí. -dice firme Liz.
-Ya le he dicho al dueño actual de la casa que nos la alquile tres semanas.
-Pues Ali se viene.
-Lo siento, no hay sitio para todos.
-¡Que duerma en mi cama!
La señora Parker se agobia, piensa que su hija grita demasiado.
-¡No puede ser y ya está!
-Pues me quedo aquí.
-¿Cómo te vas a quedar aquí sola?
-Mamá, prácticamente vivo sola. Papá y tú casi no pisais la casa.
-Pero no por tres semanas. Te vienes y ya está.
Ali no sabe qué hacer. ¿Dónde se alojará entonces? Se pone nerviosa. ¿Se va a quedar en la calle? Liz piensa lo mismo y le salen las lágrimas de la rabia.
-¿¡Y dónde se va a quedar Alicia!? ¿¡En la calle!?
-Le pagaré yo el hotel.
-No, no quiero molestar... -dice Ali bajito, nerviosa. -Voy a llamar a Diana, a ver si me puedo quedar en su casa...
Alicia sale de la habitación con su móvil, y llama a Didi. Mientras, Liz y la señora Parker se quedan mirándose, la hija con rabia y la madre con seriedad.
-Te odio, mamá. Quería pasar las vacaciones con Ali y Diana.
-Habérmelo dicho antes. Ahora sube y haz tus maletas.
Liz se muerde figuradamente la lengua, si no, puede tener un buen castigo; y sube a su habitación. Kelly Parker, la mujer de 43 años, se queda en el sofá pensando. A los cinco minutos, llega Alicia.
-Ya está, me quedo en casa de Diana, tiene sitio de sobra -susurra triste. -¿Y Liz?
-Ha ido a su habitación a preparar la maleta.
-Uhm.
-Ali... Lo siento. Pero su familia vive allí y tienen ganas de ver a Elizabeth, y te diría que te vinieras pero a su abuela no le gustan las visitas de desconocidos, y esto es muy difícil de explicar a Liz, ella es muy cabezota y...
-No se preocupe, no me tiene que dar explicaciones, señora Parker. Lo entiendo. -intenta sonreír.
-Gracias por comprenderlo. Eres un cielo.
Entonces Liz baja por las escaleras seria.
-Alice, vamos, es nuestra primera y última tarde juntas hasta dentro de tres semanas.
-¿Y eso de llamarme Alice? -dice arqueando una ceja y levantándose.
-Es más fácil que 'Alisia'.
Ali ríe.
-Hasta luego, señora Parker.
-Adiós chicas, pasáoslo bien.
Liz no dice nada y sale por la puerta, seguida por su amiga.
Ali y Liz pasan la tarde juntas, y deciden ir a cenar con Diana. Liz sale al día siguiente por la mañana hacia Cheshire, y quieren aprovechar su tiempo. La tarde pasa entre risas, tonterías, y detalles de las vidas de los chicos de One Direction, por parte de Didi y Alicia. Liz solo suspira y se calla.
-Bueno, ya que tanto los queréis y tan buenos están, ¿me enseñáis una foto?
Alicia saca rápidamente el móvil y busca alguna foto que salgan los cinco juntos.
-Mira. ¿A que son perfectos?
Liz los observa. Sí son guapos sí. Pero hay uno que le llama la atención. Es castaño, de pelo rizado.
-Este me suena mucho. -dice señalándole.
-Es Harold.
-Ah. Bueno, será de alguna revista o algo, como son tan famosillos...
-Será eso. -comenta Diana.
-Está decidido. -anuncia Harry a sus amigos. -Me voy a Holmes Chapel. Hace tiempo que no voy, y quiero ver a mi familia y amigos de allí.
-Yo seguramente me vaya a Paris con Eleanor... -comenta Louis.
Los demás le miran sorprendidos.
-¿Y eso? ¿Le vas a pedir matrimonio o qué?
-No. Simplemente me voy con ella a pasar las Navidades con ella.
-Yo estaré con mi familia, Perrie me ha dicho que quiere estar con la suya, que si no me importa. -dice Zayn.
-Liam, ¿qué hacemos?
-Pues no se, vente a mi casa estos días.
-Por mí, perfecto
-Niam forevah. -bromea Louis.
Todos ríen, y se van cada uno a su casa. Al día siguiente toca ensayo.
-¡Hola, cariño! Vaya, ¿y esta chica?
-Mamá, es Alicia, te he hablado de ella más veces, lo que pasa es que no me escuchas.
-¿Sí? Bueno, pasad.
-Gracias. -sonríe tímida la morena.
Las chicas pasan y se sientan en el sillón.
-Bueno, Alicia, ¿cómo es que tienes acento y nombre españoles?
-Soy española. En realidad estoy aquí de viaje.
-Ah, ¿y dónde te quedas?
Alicia mira a Liz sorprendida y la última mira a su madre más sorprendida aún.
-¡Mamá! ¡Te he dicho que se iba a quedar aquí dos meses!
-¿Qué? No, tú eso a mí no me lo has dicho.
-¿¡Cómo que no!? ¡Nunca me escuchas!
-¡No me grites!
-¡No grites tú!
-Yo no estaba gritando. A ver, Alicia, cielo, eh... Madre mía, ¿y ahora qué hacemos?
-Quedarnos aquí. -dice firme Liz.
-Ya le he dicho al dueño actual de la casa que nos la alquile tres semanas.
-Pues Ali se viene.
-Lo siento, no hay sitio para todos.
-¡Que duerma en mi cama!
La señora Parker se agobia, piensa que su hija grita demasiado.
-¡No puede ser y ya está!
-Pues me quedo aquí.
-¿Cómo te vas a quedar aquí sola?
-Mamá, prácticamente vivo sola. Papá y tú casi no pisais la casa.
-Pero no por tres semanas. Te vienes y ya está.
Ali no sabe qué hacer. ¿Dónde se alojará entonces? Se pone nerviosa. ¿Se va a quedar en la calle? Liz piensa lo mismo y le salen las lágrimas de la rabia.
-¿¡Y dónde se va a quedar Alicia!? ¿¡En la calle!?
-Le pagaré yo el hotel.
-No, no quiero molestar... -dice Ali bajito, nerviosa. -Voy a llamar a Diana, a ver si me puedo quedar en su casa...
Alicia sale de la habitación con su móvil, y llama a Didi. Mientras, Liz y la señora Parker se quedan mirándose, la hija con rabia y la madre con seriedad.
-Te odio, mamá. Quería pasar las vacaciones con Ali y Diana.
-Habérmelo dicho antes. Ahora sube y haz tus maletas.
Liz se muerde figuradamente la lengua, si no, puede tener un buen castigo; y sube a su habitación. Kelly Parker, la mujer de 43 años, se queda en el sofá pensando. A los cinco minutos, llega Alicia.
-Ya está, me quedo en casa de Diana, tiene sitio de sobra -susurra triste. -¿Y Liz?
-Ha ido a su habitación a preparar la maleta.
-Uhm.
-Ali... Lo siento. Pero su familia vive allí y tienen ganas de ver a Elizabeth, y te diría que te vinieras pero a su abuela no le gustan las visitas de desconocidos, y esto es muy difícil de explicar a Liz, ella es muy cabezota y...
-No se preocupe, no me tiene que dar explicaciones, señora Parker. Lo entiendo. -intenta sonreír.
-Gracias por comprenderlo. Eres un cielo.
Entonces Liz baja por las escaleras seria.
-Alice, vamos, es nuestra primera y última tarde juntas hasta dentro de tres semanas.
-¿Y eso de llamarme Alice? -dice arqueando una ceja y levantándose.
-Es más fácil que 'Alisia'.
Ali ríe.
-Hasta luego, señora Parker.
-Adiós chicas, pasáoslo bien.
Liz no dice nada y sale por la puerta, seguida por su amiga.
Ali y Liz pasan la tarde juntas, y deciden ir a cenar con Diana. Liz sale al día siguiente por la mañana hacia Cheshire, y quieren aprovechar su tiempo. La tarde pasa entre risas, tonterías, y detalles de las vidas de los chicos de One Direction, por parte de Didi y Alicia. Liz solo suspira y se calla.
-Bueno, ya que tanto los queréis y tan buenos están, ¿me enseñáis una foto?
Alicia saca rápidamente el móvil y busca alguna foto que salgan los cinco juntos.
-Mira. ¿A que son perfectos?
Liz los observa. Sí son guapos sí. Pero hay uno que le llama la atención. Es castaño, de pelo rizado.
-Este me suena mucho. -dice señalándole.
-Es Harold.
-Ah. Bueno, será de alguna revista o algo, como son tan famosillos...
-Será eso. -comenta Diana.
-Está decidido. -anuncia Harry a sus amigos. -Me voy a Holmes Chapel. Hace tiempo que no voy, y quiero ver a mi familia y amigos de allí.
-Yo seguramente me vaya a Paris con Eleanor... -comenta Louis.
Los demás le miran sorprendidos.
-¿Y eso? ¿Le vas a pedir matrimonio o qué?
-No. Simplemente me voy con ella a pasar las Navidades con ella.
-Yo estaré con mi familia, Perrie me ha dicho que quiere estar con la suya, que si no me importa. -dice Zayn.
-Liam, ¿qué hacemos?
-Pues no se, vente a mi casa estos días.
-Por mí, perfecto
-Niam forevah. -bromea Louis.
Todos ríen, y se van cada uno a su casa. Al día siguiente toca ensayo.
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